Detengamos la explotación de mujeres (reales y ficticias)

La generación de «influencers» virtuales a través de Inteligencia Artificial, como Elena, Valeria o Lucía Novak, es un claro ejemplo de cómo utilizar la IA para hacer el mal. A primera vista, parece algo sacado de una película de ciencia ficción, pero cuando te pones a reflexionar y a analizar, hay temas bastante serios que nos deberían hacer pensar.

En primer lugar, la realidad es que las empresas que están detrás de estas creaciones digitales están generando beneficios, y no pocos, vendiendo la imagen de estos personajes virtuales a través de plataformas como OnlyFans y similares. Además, estoy harta de ver cómo los medios de comunicación hacen eco de cómo estas «influencers» con miles de seguidores participan en campañas reales en sus redes sociales cuando es falso. Lo único que hacen es obtener beneficios en este tipo de plataformas y se puede verificar al hacer clic en el enlace de su biografía.

Todo esto nos lleva al meollo del asunto: la explotación de la imagen de la mujer. Esto no es nada nuevo, ya he hablado de ello en otras ocasiones. Nos vemos ante una nueva era de explotación sexual de la mujer agravada por el internet y la IA. Desde tecnologías que «desnudan» mujeres hasta la venta de imágenes de mujeres irreales y desproporcionadas como «arte», estas prácticas modernas de abuso no son más que una continuación de la misoginia histórica. La objetivación resultante no solo es un problema virtual; tiene consecuencias reales y perjudiciales en la vida diaria de las mujeres, reforzando estereotipos perjudiciales y perpetuando la desigualdad entre géneros.

La IA, indudablemente, tiene el potencial de cambiar el mundo para mejor y de ayudarnos en muchas cosas, pero cuando se utiliza con objetivos como estos, nos hace cuestionar hacia dónde nos dirigimos. Estos avatares pueden impactar en nuestra percepción de la realidad, en cómo nos relacionamos en las redes y, lo que es más preocupante, en cómo percibimos a las mujeres y a nosotras mismas en este nuevo entorno digital.

En conclusión, la aparición de influencers virtuales plantea un intenso debate sobre los aspectos éticos, tecnológicos y sociales. La capacidad de la inteligencia artificial es verdaderamente fascinante, pero es crucial utilizarla de manera que aporte beneficios colectivos, evitando este tipo de acciones que distorsionan nuestra percepción de la realidad y de la salud mental. Por favor, dejen de consumir mujeres (reales y ficticias) porque si hay demanda, siempre habrá oferta.

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